¿Tiene el Real Ávila ‘pitodependencia’? Sí. ¿Es normal? También. Abrir un debate sobre la importancia de Diego Costa en el Atlético de Madrid, Messi en el Barcelona o Cristiano Ronaldo en el Real Madrid es absurdo. Parto de la premisa de que el rendimiento de los equipos pasa por el estado de forma de sus jugadores franquicia y, el almeriense, junto a otros como Pindado, Rui o Emilio, lo es en el conjunto de la ciudad amurallada.
Basándonos fríamente en los números, si el delantero encarnado marca, el Ávila suma lejos del Adolfo Suárez. Así ha ocurrido en Aranda de Duero y La Bañeza, donde los abulenses se llevaron los tres puntos, además de en Segovia, donde un gol suyo rescató un empate ante el eterno rival en el descuento.
En casa, La Granja, Salmantino, Racing Lermeño y Cebrereña han sido sus víctimas. Sin embargo, el 9 no vio puerta ante La Virgen del Camino, Estructuras Tino, Numancia B y Unami y el equipo regresó de vacío, sumando ante estos conjuntos las cuatro derrotas que hasta el momento lleva en su casillero.
Pero Pito es para este Real Ávila algo más que sus goles. Su calidad y técnica están fuera de toda duda. Su entrega, lucha y esfuerzo en cada partido, en cada balón, aún más. Gracias a estas características, el goleador se ha metido en el bolsillo a la parroquia encarnada, que en diferentes foros y redes sociales no duda en alabar dichas cualidades tras cada encuentro.
Además, hace equipo, como quedó demostrado cuando dedicó uno de sus goles a Borja Jiménez en su debut como primer entrenador, un gesto con el que quiso poner paz en el ambiente enrarecido que se había creado entre equipo y afición tras la destitución de Kiko Sánchez. Tras una semana de muchas declaraciones y opiniones, él habló en el campo, como lo hacen los grandes futbolistas.
Conocí a Pito hace dos veranos en su presentación. “¿Objetivo para este año? Que mis goles sirvan para que el Real Ávila juegue el play off de ascenso a Segunda División B”, fueron las primeras declaraciones que me realizó, palabras que describían la ambición de un almeriense sonriente y cercano que acababa de aterrizar en una ciudad donde le habían comentado que hacía mucho frío.
Dicho y hecho. En su primera temporada, no se arrugó ni los días que el termómetro marcaba bajo cero y sus 16 goles a punto estuvieron de dar el ansiado ascenso a la división de bronce, truncado en aquella campaña por el Barakaldo. Su gran año lo llevó a fichar por el conjunto vasco del Leioa.
Este verano regresaba al Adolfo Suárez, con las mismas ganas, con la misma ambición, con el mismo objetivo, como queda patente en cada entrenamiento, en cada choque. Por ello, es bueno que el Ávila tenga ‘pitodependencia’, ‘pindadodependencia’ o ‘emiliodependencia’, al igual que existe la ‘costadependencia’, la ‘messidependencia’ o la ‘ronaldodependencia’, sin olvidarnos, eso sí, que la importancia de estos primeros espadas queda reducida a la nada sin la aportación del resto de la plantilla.